domingo, 26 de diciembre de 2010

La pobreza como problema... Crudamente hablando.

Escuchaba a Jesús Huerta de Soto en su ofuscamiento capitalista hablar sobre la caída del Imperio Romano. No pude evitar estar de acuerdo con sus planteamientos en contra de la demagogia que suele acompañar al socialismo.

El imperio romano cae por producto de una crisis económica que resulta consecuente al famoso "Panem et circenses" (Pan y circo) de los emperadores romanos. Primero Julio César y luego Aureliano, distraían a la gente de sus desaciertos políticos regalando el primero trigo y el segundo dos panes diarios a 300 mil personas. La popularidad del imperio aumentó y los pobres del exterior se mudaron a Roma con la esperanza de ser mantenidos por el régimen, eliminando así sus problemas de hambre.

Los labradores y agricultores empiezan a desinteresarse en el trabajo: no es rentable trabajar y sudar litros para conseguir el trigo porque nadie lo compraría si el emperador lo está regalando. Consecuencia directa: menos trabajo, más pobreza.

Claro que ningún régimen puede mantenerse por sí sólo... En algún momento el pan se acaba. Y eso fue lo que pasó en con la hegemonía romana: crisis. Se acabó el pan. Quedaba circo, que con hambre poco logra contentar. Los pobres se habían multiplicado y la dependencia al gobierno era mayor. Se creó un impuesto para sustentar la economía que por supuesto generó a su vez un descontento terrible al monstruo que el mismo imperio había creado (la furia de un pueblo mantenido, que no quería saber qué era trabajo). Las reformas monetarias aplicadas por Aureliano sólo producían efectos peores. Finalmente, cuando llegan los bárbaros se encuentran ya con un imperio casi extinto, los romanos caen en la rendición ante el hambre abundante y luego pasa lo que todos sabemos gracias a los libros de historia (menos la quema de Roma, eso es medio romántico a decir verdad... No sabemos si es cierto).

Todo el preámbulo me ayudará a ser más enfática en cuanto al tema de la pobreza: "La ayuda a la pobreza genera pobreza", fue lo que concluyó Huerta de Soto. Está muy claro; cuando el gobierno no erradica la pobreza, sino por el contrario se empeña en "gobernar para los pobres" por simple y puro populismo la productividad se acaba. La pobreza debe verse como problema, como epidemia, como una plaga que hay que acabar de raíz. Al darle pan a los pobres, únicamente se multiplicarán como chiripas.

Quiero resaltar que "eliminar" se refiere a catapultarlos de clase baja a clase media. Y como diría Ángel Gurría, Secretario General de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) "una clase media robusta representa una de las mayores señales de que la sociedad se hace más justa, pues a mayor ingreso para este grupo, mayor productividad y crecimiento tendrá la economía del país".

¿A quién asociamos ahora con "regaladera y demagogia"? No respondamos... Aún. Es que verdaderamente resulta conveniente convertir a Miraflores en un rancho y distraer a la opinión pública de la mala gestión en cuanto a política habitacional se refiere (pan y circo).

Y es que ahora, al pobre le encanta ser pobre. Aquí se impulsa a la pobreza para ser cada día más extrema; pero eso sí, con mucho orgullo y con muchas ganas. Lamentablemente, la mujer infortunada promedio en Venezuela piensa que mientras más hijos tenga el gobierno le dará más, así que no le es rentable ponerse a trabajar, ¿Para qué?. Claro, mientras tanto que el aparato productivo del país se vaya derecho al suelo (por no decir otras cosas en mi buen francés).

La única manera de eliminar la pobreza es haciendo algo que no va a ser para nada del agrado de los pobres: poniéndolos a trabajar. Creo que es la razón por la cual ningún político ha decidido erradicarla, pues sabe que será un arma en contra de su popularidad.

Para los que están en el poder es mucho más conveniente ranchificar que dignificar. La enfermedad es la pobreza, el pobre es el enfermo. Muchos conocen la cura, pero no les conviene aplicarla.